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Karlovy Vary, ciudad-balneario en República Checa

Uno podría decir que la ciudad de Karlovy Vary es indestructible además de hermosa. Situada en República Checa, precisamente en la confluencia de los ríos Ohre y Teplá, nació cuando se descubrieron aguas termales en la zona. Fue entonces cuando en el año 1370 Carlos IV, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio, la oficializó como ciudad.

A partir de entonces Karlovy Vari o Carlsblad –tal como se la llamaba en honor al rey- no estuvo fuera de la escena, ya sea por su trágico destino o bien porque sus aguas curativas se transformaron en centro de peregrinaje para muchas personas, en especial para las cortes de Polonia y Rusia.

Hablábamos de tragedias y es que la ciudad estuvo amenazada varias veces, primero por una inundación de grandes dimensiones, luego en 1604, por un incendio que destruyó casi toda la ciudad y más tarde por la Guerra de los Treinta Años, ocurrida entre los años 1618 y 1648. Pero Karlovy Vary sobrevivió, sobre todo luego de su refundación.

Fue entonces cuando expertos en la materia no sólo lavaron su rostro sino que además se ocuparon de embellecerla más que nunca. Así fue como se derribaron sus murallas y se edificaron edificios hermosos. Muy pronto la aristocracia volvió a mirar con ganas a esta nueva ciudad que renacía de las cenizas y así fue como se ganó un lugar como villa turística, lugar que aún hoy mantiene y que podrás comprobar si te alojas en Karlovy Vary.

La Primera y la Segunda Guerra Mundial volvieron a opacar el futuro de Karlovy Vary, primero por la grave situación económica que dificultaba los tiempos dedicados al placer de visitar una ciudad-balneario y luego por el comunismo, que dominó la vida del país y, entre otras cosas, nacionalizó los balnearios.

Sin embargo ningún conflicto político logró poner fin a la vida de esta ciudad y así es como la apertura marcó el regreso de Karlovy Vary en el circuito turístico. Renovada aunque elegante como siempre, hoy este lugar aún vive de las terapias con agua aunque se le suma una importante oferta de spas y centros de salud y thalasoterapia.

Situada a apenas 100 kilómetros de Praga y unida por el ferrocarril, hoy es la segunda ciudad más visitada de República Checa.