El metro de San Petersburgo
No es la primera vez que hablamos del metro de Rusia y si hay una razón por la que una vez más hacemos referencia a esta red de transporte es por su magnífica obra de ingeniería.
El mejor ejemplo es la red de subterráneos de Moscú, una megaobra que, curiosamente, fue desarrollada a partir del año 1932 y hoy cuenta con 156 estaciones que cubren unos 260 kilómetros. Muchas de ellas son como un gran museo bajo tierra y en sus paredes es posible observar pinturas y obras artísticas, paredes decoradas magníficamente y candelabros que brillan en los techos abovedados.
Si bien las miradas están centradas en el metro de Moscú el de San Petersburgo no tiene nada que envidiarle. En este caso hablamos de un subterráneo que no fue inaugurado sino hasta 1955 ya no por cuestiones políticas sino por las difíciles condiciones geográficas del terreno. Sus suelos pantanosos obligaron a ingenieros y arquitectos a cavar muy profundamente para así construir las líneas férreas y las estaciones, superando así la naturaleza esquiva del terreno. Lo curioso es que gracias a estas obras el metro de San Petersburgo es el más profundo del mundo, con estaciones que llegan a los 110 metros de profundidad y una media que se sitúa en los 60 metros de profundidad. Cuatro líneas incluso circulan por debajo del caudaloso río Neva.
Al igual que sucede con las estaciones de Moscú, las de la red de esta ciudad también lucen atractivas y ofrecen pinturas y decoraciones relevantes, en algunos casos trabajos que dejan entrever la historia política del país, como aquéllas de estilo recargado que fueron construidas durante la época de Stalin. Uno de los mejores ejemplos es Vostania, la primera estación que conformó la red. También merece la atención Pushkiskaia, recubierta de fino mármol o Avtova, en donde descansan hermosas columnas de cristal talladas que muestran el dibujo de las estrellas de cinco puntas en un claro homenaje al comunismo.
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