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Un paseo por Vojvodina, Serbia

Vojvodina es la Provincia Autónoma del norte de Serbia. Su capital, Novi Sad, noventa kilómetros por encima de Belgrado, es una ciudad líquida y amable, orillada al Danubio azul, aquí sencillamente verdeoscuro, color que, por cierto, se refleja y de qué manera en los ojos de las hermosas muchachas (y muchachos) no sólo de Serbia, sino de buena parte de los territorios en derredor. Orgulloso centro de cultura y vivo corazón cosmopolita en unas latitudes que no siempre han parecido dispuestas ha aceptar la necesidad de comprender al otro, Novi Sad está en plena efervescencia.

Como el resto de país, en realidad, con ganas ya de que bombardeos y guerras se conviertan en un anacronismo. Esta ciudad de poco más de trescientos mil habitantes tiene reputación de ser tolerante con las nacionalidades, con las culturas y con todo tipo de confesiones. Su elegante centro histórico se recorre andando graciosamente. En un perímetro reducido se encuentran la catedral católica, el ayuntamiento, el teatro y la zona peatonal de la Zmaj Jovina, en donde será obligada la visita cortés a la estatua del poeta.

En la orilla derecha del río, la fortaleza Petrovaradin. Allí se celebra el Exit, uno de los festivales con más sona internacional del este de Europa. Cada mes de julio, en más de una veintena de escenarios se mezclan los grupos con mayor tirón de la escena mundial. Este año, por ejemplo, el cartel contemplaba, entre otros, a Patti Smith, Moby, Arctic Monkeys o Manic Street Preachers.

Muy cerca de Novi Sad se halla Sremski Karlovci, entre las inclinaciones de Fruska Gora y el serpentear del Danubio. La pequeña ciudad conserva numerosos monumentos históricos y muestra el típico aspecto de una localidad propia de finales del siglo XVIII. El paisaje que domina todos sus alrededores está caracterizado por la presencia de los viñedos. Estamos en una región de sabiduría viticultora y tradición vinícola, con apreciados vinos y exigentes paladares.

El Fruska Gora es Parque Nacional desde los sesenta. Es un punto caliente de la geografía serbia, tanto por lo que a actividades al aire libre se refiere como por ser un polo de atracción religiosa. No deja de ser un gran otero (la altura máxima apenas excede los 500 metros) que se extiende a lo largo de casi 80 km. A la gran variedad de flora y fauna se le añade la acumulación de templos y monasterios ortodoxos. Por mencionar uno, el de Krusedol, fundado en el XVI pero sometido a sucesivas destrucciones. Su aspecto actual de marcado carácter barroco data del Setecientos.

Finalmente, podemos rematar nuestra excursión en el norte de Vojvodina, una zona de lagos. La temperatura de las aguas del lago Palic rondan los 25ºC. No extrañará toparnos, pues, con un balneario. Y si es verano y consideramos que no merece la pena entonces meterse en aguas tan calientes, siempre podemos dar una vuelta por el festival de cine que por allí se celebra. ¡Quién sabe si no encontraremos alguna desorientada celebridad creyéndose en la más glamurosa Cannes!