La isla de Saaremaa, en Estonia
Qué duda cabe que Estonia sigue siendo uno de los países menos conocidos de Europa. Pero toda vez que la época soviética va cayendo en el olvido y, sobre todo, tras la entrada en la UE como miembro de pleno derecho, las cosas están cambiando radicalmente. De Tallinn, la capital, se hablan maravillas. Nosotros nos vamos a fijar en el mayor de los territorios insulares estonios: la isla de Saaremaa.
Aunque cuando se menta el nombre de Estonia rara es la ocasión en la que no se lo acompaña de sus vecinas Letonia y Lituania, en esa especie de triunvirato de pequeñas repúblicas bálticas, lo cierto es que Estonia es la menos rusa de las tres. Las gentes de este país son rubias, robustas, de ojos tan claros como el mar. Finlandia ha quedado siempre a un salto de cama, como quien dice, mientras que Moscú nunca dejó de ser una capital remota perteneciente casi a otro continente.
La isla de Saaremaa se halla al oeste de Tallin. La habitan menos de 50000 personas, muchas de ellas dedicadas hasta hace bien poco a las labores agrícolas. La pequeña ciudad de Kuressare es el mayor núcleo poblacional de la isla, su capital. Lo más vistoso es su centro histórico, restaurado con xeito, como dicen los gallegos. Hay unas cuantas mansiones señoriales que parecen testificar un pasado no tan lejano en el que acaudalados personajes hacían de Kuressare residencia estival.
Las calles de la ciudad vieja tienen un sabor medieval y el ayuntamiento de 1670 se mantiene dignísimo, sus puertas vigiladas por dos pétreos leones. No muy lejos, la iglesia ortodoxa de San Nicolás (siglo XVIII) cobija en su seno interesantes iconos. Aunque quizá la atracción visual más recomendable no sea sino la fortaleza episcopal. Se la considera uno de los monumentos que mejor soportan el paso del tiempo de toda la región báltica. De planta cuadrada, su construcción se remonta al XII, si bien el convento anexo es del siglo siguiente. Aunque la fortaleza fue parcialmente destruida por Pedro I el Grande, a partir de 1835 se la comenzó a restaurar con un mimo inusitado para la época.
En derredor de la fortaleza hay un magnífico parque, en el que se encuentra también el balneario reconstruido, el Kuursaal, pasto de las llamas (el original) hace unos veinte años. Nuestro viaje, lleno de tranquilidad y placidez (¿qué poetas dignos de tal nombre han merecido las aguas del Báltico?). Es aconsejable rematarlo visitando al completo la pequeña isla del pequeño país. Descubriremos pueblos con encanto, monumentos antiguos y ese ritmo pausado que tiene la vida cuando, sin demasiados automóviles abusando de su claxon, no entendemos nada de lo que se dice a nuestro lado. Oh Babel, Babel, de qué tonterías se te hace responsable.
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Hola, quisieramos tener información de los posibles lugares a recorrer en 25 días, en marzo/abril del 2010, la fecha en función del clima puede ser modificada.Nos gusta conocer bien cada país, su cultura, las personas, comidas típicas y lugares poco turísticos. Siempre hemos viajado de manera independiente, y a lugares poco frecuentados, sin el turismo tradicional.
Esperamos sus propuestas, para esa cantidad de días, consideramos que podríamos conocer sólo dos países.
Gracias.
Majo
Buf, sin centraros en un sitio, con lo grande que es Europa del Este, se hace difícil la elección. Pero aún así, me arriesgaré y os citaré dos rutas:
1.- Polonia y Rumanía
Se trata de combinar elegancia y monumentalidad como la que hay en Polonia, con Cracovia como principal visita y los pueblos de alrededor (incluyendo también Varsovia) con el misterio, las leyendas, y la medievalidad de Rumania y su ruta por Transilvania. Mirad: os dejo este artículo que ecribí sobre la ruta de Drácula: https://sobreturismo.es/2007/10/26/rumania-la-ruta-del-conde-dracula-parte-i/
2.- La segunda opción es la de Rusia y las Repúblicas Bálticas. Conocer Moscú y su Plaza Roja, viajar en su metro, e ir en tren o barco hasta San Petersburgo. Y desde ahí cruzar a las Repúblicas Bálticas con especial hincapié en Estonia, donde cualquier rincón que visitéis os va a encontar. Tallinn, su capital, es una preciosidad.
Un saludo.