Kazimierz, conociendo Cracovia

Kazimierz

Cuanto más sabemos de Polonia, cuantas más veces la visitamos, más nos gusta. Lejana nación poco menos que «asiática» para un habitante de las riberas mediterráneas, en realidad se ubica, vista con mayor y ajustada perspectiva, más cerca del corazón de Europa que la «africana» España.

Pese a ciertas dificultades en vías de solución, como la posibilidad de viajar de manera ágil y cómoda dentro de sus fronteras, esa misma lentitud, espera e inaccesibilidad de algunos puntos de Polonia y de otros países del este son, acaso, virtudes más que defectos que merecen más nuestro elogio que nuestra censura.

(Por las latitudes hispánicas se tiende a olvidar que los trenes rápidos y puntuales son cosa de ayer mismo y que en zonas periféricas el consabido y tan mentado AVE todavía sigue siendo más ciencia ficción y voluntarismo utópico que no otra cosa).

Pero, en fin, dejemos a un lado los asuntos domésticos y volvamos con la hermosa Polonia. El sur es, si cabe, doblemente hermoso. Esa región fronteriza con Eslovaquia es la cuna de la actual Polonia. Allí, rodeada de parques naturales y paisajes montaraces y salvajes, está Cracovia, la que durante cinco siglos, en un tiempo en el que ni siquiera habíamos «descubierto» América, fuera capital del antiguo estado.

Sería injusto, empero, resumir la ciudad vieja de Cracovia en tres o cuatro párrafos. Sólo el entorno que rodea a la plaza del Mercado Central daría para escribir una guía turística. Por no hablar de su ecléctica catedral o de su impresionante castillo sobre el Vístula. Honraremos mejor a esta ciudad si nos ceñimos a lo que fue uno de los barrios judíos más populosos y animados de toda Europa, Kazimierz.

Kazimierz se encuentra al sur del corazón del casco antiguo, separado por la actual avenida Josefa Dietla. El barrio, que se acomoda sobre un meandro del Vístula, fue fundado como burgo independiente en el siglo XIV. Algún tiempo después, las autoridades hicieron reunir dentro de sus murallas a la numerosa colonia judía de Cracovia y alrededores.

A finales del XIX y principios del XX, el barrio presentaba ese dinamismo inconsciente y despreocupado que caracterizaba la Europa donde los judíos, que sólo eran tales para el resto de la ciudadanía, llevaban siglos integrados en las culturas nacionales. Los años posteriores, fértiles en ignominias, acabarían con todo eso.

Pero de alguna manera el espíritu del Kazimierz sobrevivió. El barrio se articula alrededor de la Plac Wolnica. Allí está el edificio antiguo ayuntamiento (Ratusz), de la primera época renacentista. Hoy es sede del Museo Etnográfico, donde se le presta una atención considerable a la historia de los belenes, una auténtica tradición en Cracovia.

Cerca de la plaza se halla la primera de las iglesias importantes del barrio, la del Corpus Domini (Bozego Ciala). Tampoco muy lejos se encuentra la Sinagoga Vieja. Como era de esperar, el barrio cobija los vestigios de numerosos templos judíos. La Sinagoga Vieja es, de todos ellos, la construcción más significativa, remontándose a los siglos XV y XVI (fue destruida por nazis y luego restaurada).

Lo más conveniente, sin embargo, será dejarse atrapar por el peculiar ritmo del Kasimierz. En los últimos años, se han reconstruido edificios y casas, y el conjunto del barrio sigue ofreciendo lo mejor de sí mismo a través del renovado ímpetu de bares, tiendas y cafés.

Foto Vía: KAZIMIERZ

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