Descubriendo los alrededores de Budapest

Palacio de Martonvasar

En verano Budapest se vuelve más mediterránea sin perder su alma centroeuropea y eslava. La recuerdo hace ahora doce meses: tan pronto estallaba la madre de todas las tormentas como las aguas del Danubio reflejaban, en medio de un estupor divino, el color oxigenado (¡?) e imposible de los ojos de cualquier muchacha…

Ah, qué cosas. Pero, en fin, Budapest no necesita vulgares bloggers que vengan a descubrirla a estas alturas. Por eso, humildemente, torcemos ligeramente la cabeza y nos fijamos en sus alrededores. Siempre menos conocidos, en derredor de las grandes capitales (más allá, eso sí, de los distintos cinturones industriales o residenciales que convierten a los suburbios de tantas ciudades en puro infierno) no es raro encontrar lugares de indecible encanto. Y Budapest no es una excepción.

Hacia el norte, remontando el curso del Danubio, está la coqueta y pequeña Szentendre, de la que ya os hemos hablado en otra ocasión. Ciudad de las artes y de los artistas (aunque parezca perogrullo lo cierto es que no siempre los términos coinciden), su cuidado museo etnográfico es el museo al aire libre más grande de Hungría.

Más al norte, en la famosa curva del Danubio (ya sabéis que a medio centenar de kilómetros de Budapest el gran río europeo traza un perfil a lo cuello de cisne), reposa Visegrad, un pueblecito que por estas fechas recibe gran cantidad de turistas. No es de extrañar si tenemos en cuenta que en la ciudadela, que bien podemos llamar acrópolis, se organizan animados torneos medievales.

Y si todavía seguimos remontando el Danubio, a menos de 20 kilómetros de Visegrad y poco más de 50 de Budapest, toparemos con otra delicia húngara: Esztergom, ciudad histórica y señorial durante siglos, cuando en sus palacios y castillos residían reyes. Con un par de interesantes museos, no hay de que la Basílica imponiéndose sobre el Danubio es su gran icono turístico.

Pero si en vez de ir al norte bajamos al sur de Budapest, lo que encontraremos tampoco nos defraudará. En Martonvásár, a media hora larga de la capital húngara, hay un precioso palacio que ni siquiera la proximidad de la autopista es quien de afear. Ese palacio, además, tiene historia y, por así decir, historia musical. En él se hospedó reiteradamente el señor Ludwig van Beethoven.

También al sur aunque ya cayendo por la vertiente oeste (siempre respecto a Budapest) está Százhalombatta, pueblo que nos lo pone difícil con su nombre. Por aquí hay tumbas milenarias y de hecho el propio nombre de Százhalombatta que nos pareció un tanto malintencionado en realidad hace referencia a los túmulos que se encuentran a las afueras del pueblo.

Para ir acabando, no nos olvidemos, en la franja este, ni de Fót, cuyo castillo está en la lista de los diez monumentos imprescindibles de Hungría, ni de Gödöllö, cuyo admirable palacio encantaba a Sissí, la emperatriz.

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Categorias: Hungría



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